El albur mexicano (primera parte): El chico temido del barrio.



Un día caminando por las calles de mi barrio, me encontré con un grupo de preadolescentes discutiendo; entre burlas y malas palabras, uno de ellos termina la discusión casi gritándole a los demás: “tranquilos con mi chavo, que él es el chico más temido del barrio”, seguido de las carcajadas de todo el grupo, a excepción de aquel denominado “el chico más temido”, el cual sólo sonreía tímidamente sonrojado, mirando cómo todos los demás se volteaban a ver entre sí, sin poder aguantar la risa; después de un rato, se sintió más en confianza y comenzó a proclamarse él mismo de esa manera; claro, el pobre muchachito jamás se imaginó, que lo que en realidad sucedía, es que lo estaban albureando.

Aunque para algunos conocedores del fenómeno esta anécdota puede causar sólo sonrisas, desde otro punto de vista, sería muy interesante descubrir las características, los motivos o las razones del mexicano alburero, por lo tanto, los objetivos de esta serie de post, tratarán de esclarecer un tema muy conocido, poco tratado, pero muy peculiar de los mexicanos, especialmente de los chilangos: el albur.

El albur se refiere a un juego de palabras disfrazadas, escondidas e implícitas con insinuaciones de carácter sexual, el objetivo es el de colocar al perdedor en un posición imaginaria de mujer o de homosexual, para lograrlo, es válida cualquier tipo de trampa ingeniosa verbal o simbólica (ya sea alguna seña o sonido).

La práctica de este juego se lleva a cabo entre dos personas, generalmente hombres; anteriormente había una exclusión de la mujer hacia el albur, sin embargo en la actualidad, es conocido, que muchas de las mujeres, no la gran mayoría, conocen este juego de palabras (aunque no necesariamente lo practiquen) y en su caso es sabido que algunas lo realicen mejor que los hombres (como es el caso de la conocida reina del albur de Tepito).

El contexto en el que se lleva a cabo, no tiene muchos referentes, cualquier reunión de dos o más personas es suficiente, y como dicen “por ahí”, lo podemos hacer a cualquier hora y en cualquier lugar: en la escuela, en el trabajo, en el barrio, en el coche, en la casa, en el día, en la tarde o en la noche. Sin embargo, considero que la mayor parte de las veces este juego se lleva (o debería llevarse) a cabo sólo con personas de confianza; como ejemplo ¿Quién no tendría ganas de contestar algo ingeniosos cuando, en la búsqueda de un nuevo empleo, tu futuro jefe te menciona que tienes un buen currículum? Cualquiera podría contestar algo muy perspicaz y ganarse así, aún más la simpatía del próximo jefe, existe la posibilidad (claro que existe), sin embargo lo más probable es que nos mande a volar de su oficina y no nos contrate. Por otro lado, si nos encontramos a nuestros queridos excompañeros de escuela y dentro de ellos, al apreciado “niño Santiago”, es difícil no caer, como dirían muchos, en este gran vicio del albur.        

El juego prácticamente contiene reglas tácitas:

1) Es válido el uso de cualquier palabra cursi o grosera (aunque generalmente sutil), cualquier apócope, frase o aforismo y cualquiera de sus significados o connotaciones; aquí encontramos la primera característica interesante, ya que el mexicano tiene ese ingenio de crear palabras, significados y significantes para poder aludir, en este caso, a la sexualidad, que en muchos contextos estaría considerada como un tabú.

2) No hay un inicio establecido, el juego inicia cuando a alguien se le da la gana (a menos que en realidad sea una competencia), cualquier tipo de conversación se presta para iniciar el juego, para el mexicano alburero el escuchar la palabra blanco, grande, leche, bebé, torta, pistola, chiquito, etc., es motivo para dar comienzo a la batalla campal de palabras, frases, sonidos y gestos que lo llevarán a la victoria.

3) Es un toma y daca, uno dice y el otro contesta y así sucesivamente, no hay un tiempo establecido de respuesta, sin embargo, ésta debe ser dada en fracciones de segundo o en segundos, ya que, como lo mencioné, el objetivo es poner al otro metafóricamente en una condición de sumisión, con al menos tres posibilidades:

  • Es convertido en homosexual pasivo ya sea porque comete felatio, expulsa flatos o excremento, por la acción del otro y además es penetrado.
  • Es convertido en mujer al atribuírsele características anatómicas y fisiológicas exclusivas de las mujeres.
  • Queda menoscabado o degradado en su carácter viril, ya que debe ceder a cualquier mujer de su familia civil o consanguínea en favor del otro jugador.

El juego concluye cuando alguno de los contrincantes no puede replicar al adversario, cuando las respuestas se salen de contexto, o cuando sólo se dan respuestas repetitivas.

Así, al final de esta batalla, el perdedor no tiene más que quedarse callado, agachar la cabeza, darse la vuelta e irse (de manera simbólica), en ocasiones, el quebrantado utilizará la frase que muchos en el barrio describen como “esa ya es de ardilla”: ya me chingaste cabezón, como una forma de salvar el poco honor que le queda y tratar de conseguir una revancha inmediata, que generalmente nunca se da.

El ganador se postra erguido triunfante frente al público espectador (si es que lo hay) que lo proclama como vencedor; él se siente superior en ese momento (en un sentido subjetivo y abstracto), pero ¿Cual es en verdad el premio del juego del albur? ¿Sentirse superior al humillar o poner en condición de sumisión a su contrario frente a los demás? si es así, de cierto modo ¿El mexicano alburero se siente inferior o más bien, tiene algún complejo de inferioridad, como el que menciona Adler, el cual trata de contrarrestar con el albur? ¿Si no existiera algún refuerzo positivo (en este caso las risas, palmadas o hasta felicitaciones) para la conducta del alburero, se seguiría con la tradición? ¿El albur tiene relación con la actual conducta machista que se ejerce en nuestra sociedad? ¿Será que este afán de sumisión hacia lo femenino está relacionado con alguna problemática de la figura materna en la infancia de las personas albureras?

Sí que son preguntas muy interesantes, por el momento es más que suficiente (por este primer post) saber sobre algunas de las características sobre este fenómenos socio-cultural que nos caracteriza; dejaremos todo el rollo psicosocial, conductista y psicoanalista, para alguna investigación en el futuro, y para saber como dicen "al chile, quién es el más canijo" en esto de los albures.

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